Llevo 8 años de casada y me
parece tanto, me siento atosigada…, cansada. Hay días en que no me provoca
levantarme e ir a trabajar, adelantar el almuerzo o ayudar a mis hijos con las
tareas del colegio. El caso es que no
entiendo la situación que me agobia. Estoy por llamar a mi esposo: “comodito Johnson”,
cuando llega de su trabajo le encanta ver todo “ordenado”, a los muchachos “disciplinados”,
en fin “un ambiente de dicha y felicidad” Mantiene una actitud egoísta, piensa
sólo en él y nadie más; pues no colabora en nada para lograr esa “felicidad”;
por el contrario cuando ve las cosas fuera de su sitio me culpa de descuidada. Creo que su grado de exigencia
y poca consideración llegaron a su límite. Algunas veces he intentado hablar
con él para que colabore con los quehaceres del hogar; pero no me escucha. Dice,
que qué más quiero, que él trabaja demasiado para darnos una vida más “cómoda”,
y que lo más lógico es que disfrute de su casa. Las niñas poco se le acercan
cuando oye su música o ve televisión. Creo que mi equivocación desde que me
casé fue imitar a la mujer “maravilla”. Lo acostumbré a que todo lo haga yo. Él
sólo da el dinero, cree que como proveedor de todos los gastos es suficiente,
ahora el error lo estoy pagando muy caro, no hallo que hacer para que me
entienda que también él, debe ayudar a mantener la armonía que tanto quiere".
La familia es un tejido social en
el cual está inmersa la persona, más no la determina totalmente. Le ofrece
información, experiencias y estímulos para desarrollar habilidades particulares
a través de valores sociales asimilados. La actuación de la persona puede ser
un acto razonado, voluntario y muy particular, porque es ella quien puede darse
cuenta de lo que elige y decide, de lo que considera como bueno o malo, lo que
es razonable y no, para hacer las cosas con la debida cordura y sensatez.
Una relación de pareja es algo
laborioso que atraviesa etapas, sufre altibajos y cambia continuamente. Atender
y dedicar tiempo a la pareja es clave para que la relación se nutra. El amor
necesita atención, gestos de ternura, de contribución, de participación, de
sorpresas; es decir, de sintonizar en un solo dial el compromiso que se debe
uno al otro.
Cuando realmente existe amor en
una relación de pareja cada uno vela por el bienestar del otro debido a que esto
es recíproco, pero si hay egoísmo en la pareja, entonces esta pensará sólo en
ella descuidando por completo las necesidades del otro y esto es motivo
suficiente para el inicio de desilusiones y conflictos difíciles de superar con
lo que puede acabar la relación.
El relato anterior, describe a
un hombre que sólo piensa completamente en sí mismo, que le hace a su esposa atender excesivamente
su propio interés, sin preocuparse mucho de las demás personas que conforman el
núcleo familiar y menos aún no toma en cuenta los derechos y necesidades de su
pareja. El egoísmo es la conducta de un modelo equivocado de cómo funciona la
realidad, una visión distorsionada de uno mismo(a) y del propio poder que
destruye la autoestima y la confianza interior y ello puede conducir a una
falta de sensibilidad con respecto a las necesidades del otro. Por ejemplo, en
este relato, se evidencia una actitud egoísta cuando la pareja se resiste a
escuchar los sentimientos de malestar con la debida atención e irrespeta el
punto de vista de su cónyuge. Esto siempre conduce a la frustración y al
rencor. Es bueno saber que las contrariedades son una oportunidad para
conocerse mejor, aprender lecciones y construir bases más sólidas para la
relación.
Probablemente, la actitud egoísta
del cónyuge de este relato, se deba a que aún no se habitúa a compartir las
cosas, su tiempo, su espacio y su vida con otra persona o sencillamente no está
lo suficientemente enamorado y comprometido como para compartir una parte con
su pareja y renunciar a su independencia. Hay personas que se comprometen a
tener una relación de par y no cumplen su papel como miembros de ella, sino que
se centran en sus propias necesidades, en que ellos sean los únicos que se
sienten amados y valorados en la relación sin importar como se siente la otra
persona. Centrarse sólo en uno, crea distancia en la pareja debido a que ambos
están tan concentrados en sus cosas que olvidarán que están en pareja, esto
acumulará decepciones porque no se puede cambiar a una persona si ella no pone
de su parte.
De tal forma que es recomendable
ser claros, para que nuestra pareja entienda que debido a la actitud egoísta
que ha tenido hasta ahora, la relación se está viniendo abajo. Por ejemplo;
decir, “Me siento molesta e ignorada debido a tu comportamiento egoísta que no
aporta nada positivo en el crecimiento de nuestra relación”, “Me gustaría que
me ayudaras con las tareas de los niños o de algún quehacer en el hogar, así
tendríamos más tiempo para disfrutarlo juntos” Quizás, una vez precisada y
aclarada la situación que nos tiene intimidadas dejaremos a que nuestra pareja
descubra que algo anda mal en la relación, y así le daremos entender que no
estará sólo en el cambio de su actitud o comportamiento; sino que allí
estaremos los dos juntos para lograr que la relación sea sana, entretenida y
amorosa.
Sabemos que la comunicación en el
hogar es la base fundamental para el bienestar del grupo familiar. Las
dificultades o las diferencias que se dan en la pareja necesitan conversarse en
un clima de respeto mutuo. Si esa comunicación se da, podemos compartir
entonces, sentimientos, pensamientos, gustos y proyectos respetando las
diferencias, teniendo como meta el bienestar de todos los miembros de la
familia y habrá más posibilidades de vivir en armonía.
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