"Soy madre de tres hijos y, tanto mi esposo como yo, hemos tratado de hacer todo lo posible de educar a los niños lo mejor que hemos podido. El caso es que ya no sabemos cuando nuestro hijo de ocho años dice la verdad. Por ejemplo, primero el jueves llamó a la abuela por teléfono y le dijo que lo viniera a buscar a pasar el fin de semana porque el viernes no tendría clase. Esto era mentira. Después dejó regado objetos en su cuarto y dijo que fue una de sus hermanas, esto también era falso. Lo último que hizo ahora, fue que rompió la hoja del cuaderno de clase para que no viéramos la calificación deficiente que le había puesto la maestra en un ejercicio de castellano.
Realmente este comportamiento fue el más alarmante para todos. Su papá le habló bien fuerte y le dijo que ahora no le compraría su bicicleta, que se había pasado de la raya; y, aunque no nos ha vuelto a mentir desde ese día, nos ha quedado cierta desconfianza sobre su proceder. Me gustaría saber el por qué de su comportamiento y que podemos hacer en lo futuro."
Es lógico que como padres se sientan preocupados e intenten obtener mayor información sobre los episodios de mentiras que han observado en su hijo. Sin embargo, algunos niños de esa edad suelen mentir una que otra vez, aunque tan seguido no se debe aceptar, porque tiende a transformarse en un mal hábito. Probablemente sea algo de baja estima e inseguridad.
Es importante saber el motivo y las causas de su comportamiento para poder tratarlo mejor. Decirle por ejemplo que una mentira significa engañar; es no decir la verdad. A la edad de ocho años un niño es capaz de tener conciencia de la realidad y es cuando a veces se dan cuenta que alterando la verdad pueden conseguir ciertos beneficios. Es aquí entonces donde hay que explicarle la importancia y los beneficios de ciertos valores de convivencia, tales como: la verdad, la confianza, la honestidad y la autenticidad. Si los padres pueden ilustrar con ejemplo la explicación de los valores, sería mucho mejor.
Ahora bien, son muchos los motivos por los que nuestros hijos pueden mentir como lo es el miedo. Probablemente lo hagan para evitar el castigo, sobre todo cuando preveen que esa va a ser nuestra actuación. Otro motivo es para llamar la atención, es decir, mientras explican la mentira con mucho entusiasmo, los padres los escuchan prestando atención. Esto lo hacen debido a que necesitan reforzar su seguridad. Asimismo, cuando sobre exigimos, pueden mentirnos para no defraudar nuestras expectativas. De modo que es importante favorecer la comunicación familiar para que nuestros hijos se sientan cómodos al expresar sus sentimientos y a la vez sean capaces de asumir la responsabilidad de sus acciones.
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