miércoles, 9 de abril de 2014

Llevo 8 años de casada y me parece tanto, me siento atosigada…, cansada. Hay días en que no me provoca levantarme e ir a trabajar, adelantar el almuerzo o ayudar a mis hijos con las tareas  del colegio. El caso es que no entiendo la situación que me agobia. Estoy por llamar a mi esposo: “comodito Johnson”, cuando llega de su trabajo le encanta ver todo “ordenado”, a los muchachos “disciplinados”, en fin “un ambiente de dicha y felicidad” Mantiene una actitud egoísta, piensa sólo en él y nadie más; pues no colabora en nada para lograr esa “felicidad”; por el contrario cuando ve las cosas fuera de su sitio me culpa  de descuidada. Creo que su grado de exigencia y poca consideración llegaron a su límite. Algunas veces he intentado hablar con él para que colabore con los quehaceres del hogar; pero no me escucha. Dice, que qué más quiero, que él trabaja demasiado para darnos una vida más “cómoda”, y que lo más lógico es que disfrute de su casa. Las niñas poco se le acercan cuando oye su música o ve televisión. Creo que mi equivocación desde que me casé fue imitar a la mujer “maravilla”. Lo acostumbré a que todo lo haga yo. Él sólo da el dinero, cree que como proveedor de todos los gastos es suficiente, ahora el error lo estoy pagando muy caro, no hallo que hacer para que me entienda que también él, debe ayudar a mantener la armonía que tanto quiere".
 La familia es un tejido social en el cual está inmersa la persona, más no la determina totalmente. Le ofrece información, experiencias y estímulos para desarrollar habilidades particulares a través de valores sociales asimilados. La actuación de la persona puede ser un acto razonado, voluntario y muy particular, porque es ella quien puede darse cuenta de lo que elige y decide, de lo que considera como bueno o malo, lo que es razonable y no, para hacer las cosas con la debida cordura y sensatez.
Una relación de pareja es algo laborioso que atraviesa etapas, sufre altibajos y cambia continuamente. Atender y dedicar tiempo a la pareja es clave para que la relación se nutra. El amor necesita atención, gestos de ternura, de contribución, de participación, de sorpresas; es decir, de sintonizar en un solo dial el compromiso que se debe uno al otro.
Cuando realmente existe amor en una relación de pareja cada uno vela por el bienestar del otro debido a que esto es recíproco, pero si hay egoísmo en la pareja, entonces esta pensará sólo en ella descuidando por completo las necesidades del otro y esto es motivo suficiente para el inicio de desilusiones y conflictos difíciles de superar con lo que puede acabar la relación.

El relato anterior, describe a un hombre que sólo piensa completamente en sí mismo, que le hace a su esposa atender excesivamente su propio interés, sin preocuparse mucho de las demás personas que conforman el núcleo familiar y menos aún no toma en cuenta los derechos y necesidades de su pareja. El egoísmo es la conducta de un modelo equivocado de cómo funciona la realidad, una visión distorsionada de uno mismo(a) y del propio poder que destruye la autoestima y la confianza interior y ello puede conducir a una falta de sensibilidad con respecto a las necesidades del otro. Por ejemplo, en este relato, se evidencia una actitud egoísta cuando la pareja se resiste a escuchar los sentimientos de malestar con la debida atención e irrespeta el punto de vista de su cónyuge. Esto siempre conduce a la frustración y al rencor. Es bueno saber que las contrariedades son una oportunidad para conocerse mejor, aprender lecciones y construir bases más sólidas para la relación.

 Probablemente, la actitud egoísta del cónyuge de este relato, se deba a que aún no se habitúa a compartir las cosas, su tiempo, su espacio y su vida con otra persona o sencillamente no está lo suficientemente enamorado y comprometido como para compartir una parte con su pareja y renunciar a su independencia. Hay personas que se comprometen a tener una relación de par y no cumplen su papel como miembros de ella, sino que se centran en sus propias necesidades, en que ellos sean los únicos que se sienten amados y valorados en la relación sin importar como se siente la otra persona. Centrarse sólo en uno, crea distancia en la pareja debido a que ambos están tan concentrados en sus cosas que olvidarán que están en pareja, esto acumulará decepciones porque no se puede cambiar a una persona si ella no pone de su parte.

De tal forma que es recomendable ser claros, para que nuestra pareja entienda que debido a la actitud egoísta que ha tenido hasta ahora, la relación se está viniendo abajo. Por ejemplo; decir, “Me siento molesta e ignorada debido a tu comportamiento egoísta que no aporta nada positivo en el crecimiento de nuestra relación”, “Me gustaría que me ayudaras con las tareas de los niños o de algún quehacer en el hogar, así tendríamos más tiempo para disfrutarlo juntos” Quizás, una vez precisada y aclarada la situación que nos tiene intimidadas dejaremos a que nuestra pareja descubra que algo anda mal en la relación, y así le daremos entender que no estará sólo en el cambio de su actitud o comportamiento; sino que allí estaremos los dos juntos para lograr que la relación sea sana, entretenida y amorosa.
Sabemos que la comunicación en el hogar es la base fundamental para el bienestar del grupo familiar. Las dificultades o las diferencias que se dan en la pareja necesitan conversarse en un clima de respeto mutuo. Si esa comunicación se da, podemos compartir entonces, sentimientos, pensamientos, gustos y proyectos respetando las diferencias, teniendo como meta el bienestar de todos los miembros de la familia y habrá más posibilidades de vivir en armonía.

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