martes, 12 de noviembre de 2013

¿Cómo es que la indiferencia del padre afecta tanto el comportamiento de mi hijo?

Hace dos años me divorcie del padre de mi hijo, aunque quedamos de mutuo acuerdo a tratarnos lo mejor posible en la relación. Se aclaró, que él se encargaría de llevarse al niño cada 15 días para compartir con él. Sin embargo, esto no ha funcionado, ya que mi hijo regresa frecuentemente de mal humor, porque dice que su papá, se divierte con sus amigos echando chistes, y lo deja mucho tiempo sólo y se aburre en el parque, por tal razón, no quiere quedarse más con su papá. Esta situación me preocupa. Tanto es así, que cuando se acerca el día que su papá debe venir a buscarlo, mi hijo llora e insiste en no querer verlo. Esto me ha traído mucho malestar con el padre, ya que dice, que todo lo que pasa con el niño es culpa mía. 

Precisamente, esto fue una de las causas por lo cual me divorcie, pues, estaba cansada de “aguantar la constante soledad”. En los 9 años de casados; nos mostraba poco amor, todo era con sus amigos; no gustaba de estar con su familia, aunque nunca ha dejado de darme la mensualidad del niño. A pesar de que mi hijo frecuentemente está molesto con su padre; es un buen niño; acata mis órdenes y es responsable en la escuela, donde lo quieren mucho. Yo trato de darle mucho amor, me gusta estar presente en sus actividades extraescolares, cosa que su papá, dice no tener tiempo. Sus abuelos, lo quieren mucho; esto hace que mantengamos una buena relación.


Podemos apreciar que el manejo no operativo del Binomio Autoridad/afecto, por parte del padre trae como consecuencia entre otras cosas:
  1. Manejo inadecuado del rol de padre, 
  2. Manejo inadecuado de la situación de divorcio
  3. Una comunicación poco efectiva y afectiva. 


En este sentido, es importante invitar al padre a reflexionar, sobre la carencia de afecto hacia su hijo y las posibles secuelas emocionales que podrían traer graves consecuencias para su desarrollo. 

¿Cómo podemos abordar esta situación? 

Busqué dedicarle a mi hijo espacios afectivos, como por ejemplo, asistir a sus actividades extraescolares; lo cual siempre es necesario. Esto es importante pues ello fortalece la confianza y seguridad en el niño y lima las asperezas en sus relaciones. El ejercicio constante de acciones que tienden a provocar respuestas agradables en los miembros de la familia es una responsabilidad primaria de los padres, lo que fomenta un clima de armonía y cordialidad entre sus integrantes. Las frecuentes salidas y paseos anhelados por nuestros hijos, responden a esa conexión intima de los afectos, sentimientos y necesidades más preciadas que desea toda persona. 




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