martes, 19 de noviembre de 2013


"Todo se inicia hace 8 meses, cuando mi esposo muere. Siento una sensación de soledad y tristeza. Esto es demasiado para mí: no puedo enfrentar esta carga sola. Mis hijos de 9, 12 y 14 años de edad, no colaboran en nada. Quieren que se les haga todo. Mi esposo se ocupaba de todo, marcaba la pauta, y yo me quedaba haciendo los quehaceres en mi casa. Los muchachos llegaban de la escuela y cada quien se comportaba “derechito”, porque su padre era fuerte de carácter, y había orden.  Desde que él murió todo ha sido un desastre. No encuentro apoyo. Ellos llegan de la escuela; ven TV toda la tarde y yo debo andar siempre con “cara de cañón”, para que cumplan con sus tareas y colaboren con la casa. No sé, como hacerles entender que ahora es diferente. Ellos me agotan, tengo que gritarles para todo, y para colmo no hacen caso”.

Podemos ver, cómo esta mujer-madre, manifiesta un alto nivel de fragilidad e inestabilidad  marcado por un estado de minusvalía y dependencia. La muerte de un ser querido es una de las cosas más difíciles de soportar y cada quien lo asume de modo diferente. Por eso, debe dar tiempo a su dolor y entregarse a cuidados físicos y afectivos para lograr recuperar un poco de su autoestima. Puede funcionar intentar recordar junto a sus hijos, momentos gratificantes del rol de aquél ser querido que fue pareja y padre. Al usar el recuerdo se da paso a lo ocurrido para superar aquella situación. Esto es bueno porque juntos experimentarán sus propios valores y fortalecerán vínculos familiares necesarios para sobrellevar el dolor.

La fragilidad de una persona se encuentra incorporada en su carácter; probablemente, la crianza que tuvo esta madre fue propiciada por un contexto social en el que todavía la mujer ocupa un lugar secundario marcado por la subordinación. Ella lo reconoce cuando dice “que le hace falta su esposo”, para poder asumir su vida con responsabilidad. Quizás ella posee un concepto de amor romántico equivocado, con su carga de altruismo, sacrificio, abnegación y entrega que se enseña a la mujer desde que nace a través de múltiples canales. Esto hace mucho daño a su integridad porque favorece actitudes negativas de indefensión. Por eso se siente atrapada en su propia red. Se cree incapaz de comunicar a sus hijos fortaleza y vitalidad tal como lo hacia el padre. Y esto, a su vez le impide superar el conflicto de las demandas no atendidas en su infancia y los deseos oprimidos en su etapa adulta.

 Esta situación, en todas sus variaciones, conduce a la inoperatividad en la dirigencia familiar, a un manejo inadecuado de los hijos y a la presencia frecuente de una comunicación poco afectiva y efectiva con los integrantes de su núcleo familiar.

Así que es recomendable a aquellos que viven situaciones similares tomar en cuenta las siguientes sugerencias: 

a) Es importante realizar ejercicios de relajación para reducir las tensiones cotidianas y fortalecer su seguridad y confianza, de tal modo que pueda desarrollar la capacidad de tolerar las frustraciones. Estos ejercicios pueden consistir simplemente en tomarse un espacio entre sus actividades para relajar la mente a través de la respiración.

 b) Existen diferencias individuales entre los deberes y compromisos que hay que considerar en cada uno de sus hijos. Ya que cada uno de ellos es diferente, es recomendable darle tareas que se ajusten a sus intereses sin generar en ellos aversión por las labores de la casa.

c) También es importante apropiarse de su situación y comprender que debe desempeñar con claridad el binomio autoridad/ afecto, de modo equilibrado, a fin de lograr estabilidad entre los límites y el afecto. Esto se puede lograr a través del beso diario, la acaricia, la palabra afable, el otorgamiento de premios, la aplicación operativa del castigo, compartir el sufrimiento y pedir disculpas. Esto permite una respuesta al marcar la autoridad y el amor entre padres e hijos.

 d) Buscar orientación en especialistas que permitan el trabajo en equipo con todos los miembros de la familia con técnicas asertivas de comunicación, metáforas y juegos, para involucrarlos a todos, a fin de que manejen mejor sus sentimientos y emociones; además de que cada quien asuma responsabilidades de comprender que cada uno de ellos es parte de la solución a los problemas.

e) Los padres deben estar atentos a su entorno relacional respecto a sus hijos. Deben saber que cuando se comunica a través de palabras, gestos y actitudes se percibe el lenguaje de nuestro cuerpo, lo cual crea ambientes llenos de tranquilidad y bienestar en las relaciones interpersonales.


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